Aquí deixem un petit text sobre la nostra visita a l’exposició “Arcadia Felix”, de Fèlix Pons a l’Espai Mallorca (Barcelona), que ens ha servit d’inspiració per un dels nostres últims temes.
Unos cuadros nos llaman la atención en una red social. Es una exposición de pinturas y dibujos que hablan sobre el mito de Arcadia, la tierra soñada e idealizada de los griegos. Lo que leemos sobre ella nos anima a visitar el Espai Mallorca y la obra de Fèlix Pons para crear música.
Llegamos del viaje hasta Barcelona y, ¡sorpresa! el lugar está cerrado, sin ningún tipo de cartel que anuncie cambios en el horario habitual, que comprobamos varias veces con temor a habernos equivocado. Está abierto, pone. Miramos la persiana metálica, bajada del todo. También llamamos por teléfono: no hay respuesta.
¿Cómo se accede a esta tierra mítica?
Nos rendimos a lo evidente: “si no es hoy, es que no tenía que ser…”. ¿Pero qué sería del destino sin tiempo, de Ananké sin Khrónos? Reticentes a abandonar las inmediaciones de Arcadia, al cabo de un rato sucede el milagro.
La puerta entreabierta, una persona dentro:
-Hoy está cerrado, ayer hubo una fiesta y vengo a limpiar.
-Por favor, ¿podemos entrar? Sólo cinco minutos…
-Sí, claro, pero es que ayer… mirad cómo está todo.
Una buena jornada de Sant Jordi con su celebración y sus consecuencias, que nos esperaban allí: las mesas descolocadas, las sillas amontonadas, unos vasos en el suelo… pero, en medio del caos, allí estaba: Arcadia Felix. Los cuadros flotando por encima del mundo, perennes, intocables, arte en estado puro, surgiendo del desconcierto, de la vorágine, de la resaca.
Esos cuadros que representan la Isla inalcanzable, la niñez, la reflexión del adulto ante lo onírico, la inspiración, la fuerza creadora, los patrones que se han quedado grabados en una retina pura, los olores y las risas. Todo está ahí, independientemente de lo que haya pasado el día anterior y los efectos de la batalla campal entre Sant Jordi y el dragón. Gracias Ananké por dejarnos ver Arcadia en todo su esplendor: inmutable, perfecta, risueña y muy misteriosa. Gracias a Fèlix Pons por plasmarlo y a Espai Mallorca por crear el entorno perfecto.
Esta es su música:
Vega Montero
Leave a Reply